Australia, el país más extenso de Oceanía, invita al visitante a explorarlo en todas sus posibilidades, que no son pocas. Los viajes a Australia se han convertido en usuales por parte de un turismo que no teme largas horas de vuelo a cambio del disfrute que puede significar la visita al Ayers Rock o a la célebre Ópera de Sydney. Y a muchos otros sitios. Australia es uno de los países más extensos del planeta, y la isla más grande después de la casi deshabitada Groenlandia.
Los viajes a Australia por libre pueden plantearse de una manera parecida a los llevados a cabo por la red de carreteras estadounidense. Australia es un país moderno dotado de infraestructuras y servicios, pero su inmensidad puede ser un obstáculo… o una bendición según para quién. Los viajes a Australia encuentran especiales incondicionales entre los mochileros que contratan uno de tantos vuelos disponibles a Sydney, Canberra u otra de las grandes ciudades, alquilan un coche y echan kilómetros adelante. Hacia el Desierto del Oeste, por ejemplo, cuyos panoramas recuerdan a veces al desierto del Sahara y otras a los desérticos paisajes de los más míticos western.
Otro de los tesoros de Australia es la Gran Barrera de Coral, el mayor arrecife de coral del planeta. Se trata de uno de los destinos predilectos entre submarinistas de todo el mundo. Sus aguas cristalinas y la diversidad animal que habita entre los espectaculares arrecifes son motivos más que suficientes para que los aficionados al deporte y la fotografía subacuáticos lleven a cabo viajes a Australia.
A la variedad de flora y fauna que puede observarse en los viajes a Australia, se une la multiplicidad urbana de sus ciudades. Canberra, Darwin, Sydney, Brisbane… En cada una encontraremos diferencias, aunque también un hilo que las une, el de un pueblo de apacible carácter que ha sabido conjugar el entorno de la naturaleza con unas ciudades amables, ricas en cultura, tradiciones y que reciben al viajero con los brazos abiertos.