Hace tres siglos Bangkok, llamada la Ciudad de los Ángeles, no era sino una pequeña aldea con una humilde pero creciente actividad comercial junto al río Chao Phraya. Desde entonces, la capital de Tailandia se ha convertido en una urbe colosal. Viajar a Tailandia a veces sólo tiene el sentido de encontrarse con su hirviente actividad humana y cultural. La moda, el arte, los espectáculos, encuentran en Bangkok una suerte de New York en el Lejano Oriente. Y es al viajar a Tailandia cuando experimentamos uno de los contrastes más radicales que pueden hallarse en un país. Es en Tailandia donde los rascacielos, el asfalto y la tecnología se combinan con una tradición folklórica que hunde sus raíces en el pasado. Festivales como el de las sombrillas de Bo Sang o la Fiesta del Florecimiento de los Girasoles, bridan a los visitantes motivos más que suficientes para obviar muchedumbres y aglomeraciones y alimentarse de la milenaria cultura del país.
Una actividad que cada vez encuentra más adeptos entre quienes deciden viajar a Tailandia es el trekking o senderismo. A pie o en medios de transporte mucho más originales, como un elefante, podremos realizar una travesía que nos llevará a conocer de primera mano algunas de las tribus de nativos que aún conservan sus costumbres y folklore. El mágico entorno de Chiang Mai es uno de los lugares predilectos para llevar a cabo este tipo de travesías, o Pai, con una selva aún más virgen y por donde nuestros fieles elefantes se encontrarán como en su casa.
Viajar a Tailandia puede significar conocer paraísos “de película”, literalmente, pues en una de las islas del archipiélago tailandés de Phi Phi fue donde se rodó La Playa, film protagonizado por Leonardo di Caprio y en el que los espectadores, más o menos interesados por la trama de la historia, tienen la oportunidad de saborear en la lejanía lo que otros, los que se deciden por viajar a Tailandia, disfrutarán en vivo y en directo.