Todo cambia. Los gustos, las aficiones, las ofertas y las tendencias. Por eso las empresas de cualquier tipo tienen que actualizarse si no quieren ver como una actividad que en su día era de lo más rentable hoy no deja de ser un negocio que genera pérdidas constantes. El turismo rural no está exento de estos peligros.
Por eso los hosteleros ya no se conforman con ofrecer sus instalaciones para disfrutar de unos días de descanso y relajación en un entorno natural. Los turistas no vienen solo a descansar, algunos también buscan emociones fuertes mientras disfrutan de la naturaleza, por lo que se hace más necesario que nunca ofrecer todo tipo de actividades para atraer a los clientes.
Una de las actividades que se suelen ofertar hoy dentro de los paquetes de turismo rural es el paintball, una afición que cuenta cada vez con más seguidores y que ha supuesto la salvación para muchos pueblos que han visto en las cercanías de sus términos municipales, como algunos bosques, localizaciones perfectas para crear campos de tiro y poder practicar esta modalidad de estrategia militar.
Contrario a lo que se piensa, el paintball no es una práctica nada sucia, pues se trata de una actividad que busca preservar el medio ambiente por encima de todo, algo que queda manifiesto con los materiales que se utilizan para hacer las bolas de pintura: aceite biodegradable y colorante alimenticio, que se eliminan con facilidad de la ropa y el cuerpo con agua y que cuando mancha algún árbol u otro componente del bosque apenas tarda unos días en desaparecer sin dejar rastro y sin ningún tipo de residuo.
Es mucho mejor vender zonas boscosas y campos a empresas que se dedican a preparar campos de paintball que a industrias que talan y arrasan de manera indiscriminada los recursos naturales.