Roma es una de las ciudades más turísticas del mundo, por lo que su oferta gastronómica se ajusta a semejante demanda. En la Città Eterna es posible encontrar tantos tipos de restaurantes como personas la visitan: desde los más lujosos hasta los más baratos, pasando por los tradicionales o los de corte chic.
Seguro que a nadie sorprende que uno de los más típicos restaurantes de la ciudad sean las pizzerías. Hay de dos tipos: locales de pizza al taglio (también conocidos como locales de pizza rústica), en los que se sirven porciones al corte; y pizzerías convencionales, en las que hay que sentarse para comer o cenar.
Otra opción son los ristorantes, locales de clase media-alta en los que comer nunca será barato. Sin embargo, podremos conocer de primera mano los encantos de la cocina mediterránea. El equivalente a los ristorantes, pero con un toque muy tradicional, es la trattoria. Se trata de un establecimiento regentado por familias, en el que se elaboran recetas de toda la vida. Suelen tener buen precio, lo que hace que sean la mejor opción para probar la gastronomía local sin vaciarnos los bolsillos.
Aún más low cost son las rosticcerias, lugares de comida rápida para tomar allí o llevar. No hay que entenderlos como comida basura, pues ofrecen recetas italianas como pasta, arroz o pizza. Precisamente, hablando de comida basura, en Roma tampoco es difícil encontrar cadenas de comida rápida. Los amantes de las calorías no tendrán que sufrir sin su dosis semanal.
El último tipo de establecimiento que queremos destacar en este artículo son las ostarias, que en origen eran bares convencionales. Sin embargo, con el tiempo se han popularizado y en la actualidad son más bien locales «fashion».
En definitiva, Roma es un sitio con muchísimas posibilidades gastronómicas. Da igual el presupuesto de cada turista: nadie se quedará con hambre, pues hay opciones para todos los bolsillos.