Sin duda, cuando oímos hablar de Venecia, en especial refiriéndonos al turismo, no podemos dejar pasar el acordarnos de sus fantásticos canales surcados por góndolas. Si bien es cierto que en los últimos tiempos los paseos en góndola han pasado a ser algo más caros, lo cierto es que ningún turista debería dejar pasar la oportunidad de subirse a uno de ellos.
Las góndolas, palabra originaria de Kondi, cymbula o cuncula (no se sabe exactamente cuál de las tres es), datan de finales del siglo VII, cuando todas eran fabricadas de distintos colores y formaban parte de la vida cotidiana de la ciudadanía. En la actualidad y por ley, ya todas tienen la obligación de ser de color negro.
La medida más habitual de una góndola es de 11 metros, aunque las hay que llegan incluso a alcanzar los 600 Kg. Eso sí, para una escapada romántica lo mejor es optar por una pequeña y lo más íntima posible.
Aunque tienen una forma estrecha y alargada, lo cierto y que mucha gente no sabe es que el lado izquierdo tiene una mayor anchura que el derecho.
Otra curiosidad es que los gondoleros no hablan en italiano, sino que tienen un dialecto veneciano propio muy curioso y que aporta una mayor belleza aún si cabe a la navegación.
Sin duda es uno de los pasos obligados si viajamos a la ciudad de los canales junto a nuestro ser querido. Es un viaje que nunca olvidaremos, y muy indicado para disfrutar en los viajes de novios después de la boda.