Aunque los abanicos han sido usados en distintas áreas, originalmente eran solo herramientas que usaban los cortesanos, esclavos o similares para ventilar a las clases altas. Conforme la historia fue transcurriendo, el uso del abanico se diversificó en distintos ámbitos que no solo obedecían a aspectos puramente utilitarios, sino que se implementaron en la moda, la danza o incluso la guerra, como fue el caso de Japón. Y es justamente en países como China y Japón donde el abanico tuvo una mayor influencia en diferentes áreas.
En China, fueron usados ávidamente en las ceremonias. Eran extensión de las extremidades de la persona que los utilizaba, mientras ésta llevaba a cabo una serie de movimientos, danzas y rituales propios de esa ceremonia.
Japón fue definitivamente la que desarrolló el abanico de la manera menos convencional posible, pues lo integró como arma de guerra. Tanto como parte del arsenal del samurái como dispositivo de señalización. El último era usado para transmitir órdenes codificadas a través de movimientos particulares a una armada, de esta forma el enemigo no sabía cómo interpretar la estrategia que había sido transmitida a través del abanico.
Como arma el abanico era usado a modo de escudo pequeño para evitar las flechas o dardos enemigos. Aunque también podía ser usada para el ataque, como arma arrojadiza o incluso para contraatacar ante el ataque con un arma corta, ya que algunos solían estar afilados como espadas en los bordes.
Tanto en Japón como en China fue integrado al teatro. Usado como una parte intrínseca del personaje que lo utilizaba, para que la intención y sentimiento que buscaba transmitir, se realizara con una elegancia propia a las culturas de esos países. Eran fabricados con exóticos materiales, algunos que solo se ubicaban en esa zona geográfica, como el bambú, la seda, el marfil, entre otros.