Siempre he pensado que a la hora de viajar no debemos centrarnos en visitar los lugares emblemáticos de nuestro destino. ¿Es importante? Por supuesto, a nadie le gustaría volver a casa tras un viaje sin llevarse grabadas en su retina las imágenes que aparecen en las postales de las tiendas de «souvenirs», pero lo realmente bonito, lo que hace especial tu viaje y hará que recuerdes la experiencia como algo inolvidable, es conocer los rincones secretos que sólo conocen unos pocos afortunados.
Muchas veces me ha pasado que durante la preparación de mis viajes me he tirado horas buscando lugares interesantes, para llegar con un plan de viaje establecido, y de esta manera aprovechar al máximo el tiempo. Sinembargo al llegar allí y pedir consejo a amigos o conocidos de la zona, o simplemente indagando un poco más, me he visto obligada a re modelar todos los esquemas para incluir en ellos ciertos lugares «especiales». A base de reestructurar planes, he llegado a la conclusión de que es mejor elaborar nuestros esquemas con pequeños rincones, dejando huecos libres para ver lo «importante». De este modo, al volver a casa, siempre te irás con la sensación de haber conocido realmente el lugar, de haber formado parte de él por unos días y no haber pasado por allí como un mero espectador que ve pasar el holograma de postales a tamaño real por delante de sus ojos, mientras la vida fluye a su alrededor.
Por eso, si vas a viajar y estas organizando tus días, mi consejo es que busques, indagues y pidas consejo, dejarse aconsejar por antiguos viajeros, o «lugareños», siempre será la mejor manera de encontrar el mejor restaurante, los rincones más escondidos y las rutas más insólitas. Impregnate de las costumbres, historias y leyendas que labran la cultura de la zona y que te harán descubrir el auténtico encanto y la esencia de tu destino.