El Castillo de Bran o Vlad realmente existe y se encuentra en Transilvania, Rumania, aunque es mundialmente conocido como el Castillo del Conde Drácula.
Este lugar es sin duda una visita obligada para todos aquellos que deciden ver Rumania, ya que se puede ver también por dentro y así poder encontrarse en el lugar que durante tantos años ha servido de inspiración para aterrar a la gente con las historias sobre el vampiro más temido de todos los tiempos. Es por tanto, un lugar que hay que visitar sobre todo para aquellos a los que siempre les ha fascinado todo lo relacionado con el temido Conde Drácula.
Bram Stoker escribió su novela de Drácula en el año 1897, nombre que puso por Vlad Tepes, un príncipe rumano que vivió en el. El escritor se basó en Vlad para describir la figura terrorífica de Drácula ya que este príncipe fue conocido como “El Empalador” o “Draculea” que significa “hijo del demonio” en rumano, esto se debió a que el príncipe usó su castillo con fines militares, pues participó en numerosas batallas utilizando unos métodos de tortura tan sanguinarios como el empalamiento o la amputación de miembros, por lo que comenzó a surgir su fama de sanguinario por todo el país.
Es por ello que el irlandés Stoker utilizó a Vlad para su novela ya que las historias que se contaban sobre él eran de una persona tan despiadada que fue perfecto para su personaje de Drácula. Fue tal el éxito de esta novela que el castillo empezó a ser conocido como el del Conde Drácula ya que el escritor se basó en él para describir no solo al personaje sino también el castillo. Hoy en día, este castillo es propiedad de Román Abramovich, un multimillonario ruso que lo adquirió por 50 millones de euros en el año 2007.
Pero no solo el castillo es digno de ver en Transilvania, sino también sus pueblos, pues está rodeado por ellos, de los cuales, siete fueron nombrados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO porque tienen iglesias fortificadas.